Los Poetas del Amor (34)
El fantasma y yo
Mi alma es una princesa en su torre metida,
con cinco ventanitas para mirar la vida.
Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó.
y tu alma, que desde antes de morirte volaba,
es un ala magnífica, libre de toda traba...
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!
¡Qué entiendo de las cosas! Las cosas se me ofrecen,
no como son de suyo, sino como aparecen
a los cinco sentidos con que Dios limitó
mi sensorio grosero, mi percepción menguada.
Tú lo sabes hoy todo..., ¡yo, en cambio, no sé nada!
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!
María Eugenia Caseiro (Cuba)
Esperar
Las ventanas se apagarán un día;
hagamos cuenta que hasta aquí
lo habías previsto, lo había previsto
polvo polvo el polvo
lunijunto de barrancos
blancos palacios de hueso
cal y arena que se mueven
prolongado flujo
esperándote, esperándome
esperándonos.
Julia de Burgos (Puerto Rico)
Íntima
1
Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.
Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.
Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.
Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el
hombre.
2
Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.
Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.
La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.
El fantasma y yo
Mi alma es una princesa en su torre metida,
con cinco ventanitas para mirar la vida.
Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó.
y tu alma, que desde antes de morirte volaba,
es un ala magnífica, libre de toda traba...
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!
¡Qué entiendo de las cosas! Las cosas se me ofrecen,
no como son de suyo, sino como aparecen
a los cinco sentidos con que Dios limitó
mi sensorio grosero, mi percepción menguada.
Tú lo sabes hoy todo..., ¡yo, en cambio, no sé nada!
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!
María Eugenia Caseiro (Cuba)
Esperar
Las ventanas se apagarán un día;
hagamos cuenta que hasta aquí
lo habías previsto, lo había previsto
polvo polvo el polvo
lunijunto de barrancos
blancos palacios de hueso
cal y arena que se mueven
prolongado flujo
esperándote, esperándome
esperándonos.
Julia de Burgos (Puerto Rico)
Íntima
1
Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.
Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.
Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.
Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el
hombre.
2
Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.
Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.
La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.
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