terça-feira, 10 de maio de 2022

Los Poetas del Amor... Jorge Teillier (Chile)

Los Poetas del Amor (84)



Quando as amadas palavras cotidianas
perdem o sentido
e você não pode nem nomear o pão,
nem a água, nem a janela,
e a tristeza foi um anel perdido sob a neve,
e a memória uma falsa esperança de um mendigo,
e todo diálogo que não seja
com nossa imagem desolada,
...
e o silêncio revela o segredo
que não queríamos ouvir

vou ficar na cidade abandonada
bebendo um último copo de cerveja



UN JINETE NOCTURNO EN EL PAISAJE

Siento correr por las venas del campo
Un jinete nocturno enmascarado.
La noche. También galopan en caballos robados
Los cuatreros arreando los vacunos.

Surgen los trenes. Las reces dormidas se levantan
Allá en los grandes galpones de madera.

Una sombra va saltando los cercos.
Esta fue una mañana campesina:
Relinchos, validos, vacas de pródigas ubres,
Las ordeñadoras, curvadas con el peso de los baldes.

Es la noche de nuevo. Mi abuelo se levanta
Rehecha su manera antigua,
Y observa, como ayer, al trigo.
Debe andar mi abuelo por los campos recién abiertos
Hablando con los pinos, espantando gorriones.
El campo está solo, tembloroso. Y él lo mira.

El vino es un joven bonachón y alegre.
Sucede que quiere iluminar la noche
y baja a las aldeas, envuelto en una manta.

La mañana tiene olor a pan amasado.
La ropa recién lavada dice "adiós" en los patios.

Pero es de noche. Un fantasma penetra en la leñera.
Una casa se quiere esconder del cielo.

Un campesino mira hacia arriba:
Más allá de las nubes viene el granizo,
Bandolero blanco, asaltante de los huertos.

Y es la noche.
Va a penetrar al pueblo
Un jinete nocturno enmascarado.




NIEVE NOCTURNA

¿Es que puede existir algo antes de la nieve?
Antes de esa pureza implacable,
implacable como el mensaje de un mundo
que no amamos, pero al cual pertenecemos
y que se adivina en ese sonido
todavía hermano del silencio.
¿Qué dedos te dejan caer,
pulverizado esqueleto de pétalos?
Ceniza de un cielo antiguo
que hace quedar sólo frente al fuego
escuchando los pasos del amigo que se fué,
eco de palabras que no recordamos,
pero que nos duelen, como si las fuéramos a decir de nuevo.
¿Y puede existir algo después de la nieve?
Algo después
de la última mirada del ciego a la palidez del sol,
algo después
que el niño enfermo olvida mirar la nueva mañana,
o mejor aún, después de haber dormido como un convaleciente
con la cabeza sobre la falda
de aquella a quien alguna vez se ama.
¿Quién eres, nieve nocturna,
fugaz, disuelta primavera que sobrevive en el cerezo?
¿O qué importa quién eres?
Para mirar la nieve en la noche hay que cerrar los ojos,
no recordar nada, no preguntar nada,
desaparecer, deslizarse como ella en el visible silencio.



OTOÑO SECRETO

Cuando las amadas palabras cotidianas
pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan,
ni el agua, ni la ventana,
y la tristeza ha sido un anillo perdido bajo nieve,
y el recuerdo una falsa esperanza de mendigo,
y ha sido falso todo diálogo que no sea
con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas
en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela
y las manzanas puestas a guardar.

Cuando la forma de los árboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada por la turbia
memoria del otoño,
y los días tienen la confusión
del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad
hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad
que amamos antes de conocer:
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta
los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto
que no queríamos escuchar.




CUANDO TODOS SE VAYAN
A Eduardo Molina.

Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.




Desde el Jardín | La mágica poesía de Jorge Teillier







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El poeta Jorge Teillier nació en Lautaro, Chile, en 1935 y murió en 1996.


A poesia de Teillier repousa em princípio na tradição da representação aárica (poesia do lar, da origem, da fronteira), embora sua obra transcenda o rótulo de enraizamento larico cujos antecedentes se encontram no Chile em Efraín Barquero (V.) e Roland Cárdenas . Seus poemas partem da memória ingênua e da nostalgia com uma certa esperança de agarrar o paraíso perdido, que aos poucos se desintegra e se torna uma pura imagem onírica.

O poeta começou a escrever aos 12 anos, bebendo as águas dos livros de aventura, Panait Istrati, Knut Hamsun, Julio Veme e contos de fadas. Posteriormente, alimenta-se dos poetas do modernismo latino-americano (V.), Vicente Huidobro e da tradição universal de Jorge Manrique, Rainer María Rilke e François Villon. Ele também está ligado a Höderlin e Trakl. Para ele, o importante na poesia não é a estética, mas a criação do mito e de um espaço ou tempo que transcende o cotidiano, usando o cotidiano. O poeta não deve significar, mas ser. Postula um tempo de enraizamento contra a geração dos anos 1950, que postulava o êxodo para as cidades.

Em sua poesia há o sul mítico e chuvoso de Pablo Neruda, mas desrealizado por uma criação verbal onde lugares provincianos são tingidos de referências melancólicas e simbólicas que se tornam universais. O poeta aparece como sobrevivente de um paraíso perdido, como testemunha visionária de uma idade de ouro da humanidade que preserva através dos tempos o mito e a imagem essencial das coisas: casa, terra, árvore. Mas a memória ingênua e incorruptível que é recuperada pela memória apenas transcende momentaneamente e culmina em sua gradual desintegração. Como em Enrique Lihn (V.) e em Barquero, há em sua obra uma vontade rendida, em que o presente carece de toda intensidade e a visão do cotidiano é devastadora: só persistem os estéreis e os desabitados. na frente dele
Buscam-se pegadas perdidas, para acessar o lugar maravilhoso de onde viemos. Por meio da memória, a realidade cotidiana torna-se visível e é recuperada. Mas ela só sobrevive nos lugares da descoberta, constituídos pelos restos do passado e pelos espaços secretos e ocultos: o espaço cobre o tempo.

Dessa forma, em Teillier há dois momentos estéticos recorrentes que o poema recupera: o momento ingênuo da infância e o da memória. A poesia de Teillier se encarna na polaridade entre a felicidade do tempo da origem lembrada e a dor de sua desintegração. O sujeito da poesia de Teillier é um exilado que vive na cidade moderna e que volta esporadicamente ao espaço da infância, da fronteira, do limite, do redescobrir algo que não existe mais.

Perante a tradição totalizante da vanguarda e as abordagens pioneiras da antipoema (V. Poemas y antipoemas), Jorge Teillier converteu mais uma vez a poesia numa experiência vital ligada a uma memória poética que procura os seus símbolos ancestrais e puros . Essa busca primordial o transformou em um dos poetas chilenos mais originais do presente.

En Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina.Caracas, Bibliteca Ayacucho, 1995

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