Los Poetas del Amor (81)
Gostaria de transpor essa distância,
esse abismo fatal que nos separa
Eu gostaria de ser água e que em minhas ondas,
que em minhas ondas você viesse banhar-se
e unir tua existência à minha existência,
e unir teus sentidos aos meus sentidos!
- Cesse seus apelos prolixos
Por que você correu para a montanha?
- Senhor porque na minha cabana
meus filhos ficaram sem pão.
DESEOS
Yo quisiera salvar esa distancia
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide.
Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en los labios tienes.
Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
¡a un mismo tiempo por doquier besarte!
Yo quisiera ser lino y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
¡y morir de placer al comprimirte!
Oh, yo quisiera mucho mas! Quisiera
llevarte en mi como la nube al fuego,
mas no como la nube en su carrera
¡para estallar y separarse luego!
Yo quisiera en mi mismo confundirte,
confundirte en mi mismo y entrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
¡convertirte en perfume y aspirarte!
Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
¡y unir a mis sentidos tus sentidos!
A GLORIA
No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.
Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.
Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y, por lo mismo, impuro.
A través de este vórtice que crispa,
y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa
o águila seducida por un astro.
Inútil es que con tenaz murmullo
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo.
Fiando en el instinto que me empuja,
desprecio los peligros que señalas.
"El ave canta aunque la rama cruja:
como que sabe lo que son sus alas."
Erguido bajo el golpe en la porfía,
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí; la adversidad podría,
quitarme el triunfo, pero no la gloria.
¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que se posan los insectos
es rica de matiz y de perfume.
El mal es el teatro en cuyo foro
la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
la sombra que hace resaltar la estrella.
¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.
Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!
¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma
crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
¡vivo, se hunde; pero muerto, flota!
¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
¡Consuela el corazón del que te ama!
¡Dios dijo al agua del torrente: bulle!;
¡y al río de la margen: embalsama!
Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.
A UN PESCADOR
En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.
Pero prorrumpes en canturía
que inculta y tosca mueve a llorar;
oigo la ingenua melancolía
¡del que inseguro del pan del día
surca y arrostra pérfido mar!
Tímida y mustia por los recelos
tu mujercita dirá: -Señor,
une las aguas, limpia los cielos;
cuida y conduce, por los chicuelos,
¡la navecilla del pescador!
"A Gloria"
A MARGARITA
Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
¡bajo el dosel de tu melena blonda!
Qué abismo tan profundo tu pupila,
¡pérfida y azulada como la onda!
El fulgor soñoliento que destella
en tus ojos donde hay siempre un reproche
viene cual la mirada de la estrella
de un cielo ennegrecido por la noche.
Tu rojo labio en que la abeja sacia
su sed de miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelada por la gracia
más para la oración que para el beso.
Tu voz que ora es aguda y ora grave,
llena de gratitud suena en mi oído
como el saludo arrullador del ave
al sol naciente que despierta el nido.
EL DESERTOR
Allá junto al viejo muro,
entre la yerba escondida,
el campo alegre y florido,
el cielo apacible y puro
Cuadro que tuve delante
y que hoty como entonces veo:
frente al pelotón, el reo;
en un flanco, el comandante.
- Cesen tus ruegos prolijo
¿Por qué huiste a la montaña?
- Señor porque en mi cabaña
estaban sin pan mis hijos.
- ¿Por qué trocaste el arado
por el fusil? Fue imprudencia...
Señor, ha sido violencia,
la leva me hizo soldado.
- ¡Basta! Arrodíllate luego
La disciplina es un yugo
yo no soy más que el verdugo:
¡Preparen, apunten, fuego!
Allá junto al viejo muro,
entre la yerba escondido,
el campo alegre y florido,
el cielo apacible y puro.
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(1853-1928)
Biografía de
Salvador Díaz Mirón
Nació en el puerto de Veracruz (Estado de Veracruz), el 14 de diciembre de 1853. Estudio en dicha ciudad y en Jalapa. Hijo del periodista y político que fuera gobernador de su estado, Manuel Díaz Mirón, siguió los pasos de su progenitor, pero con fuerte inclinación hacia las letras.A los 14 años se inició en el oficio de periodista. Ya para 1874 era reconocido como poeta. De hecho su obra se divide en tres etapas: la primera de 1874 a 1892; la segunda de 1892 a 1901; y la tercera de 1902 a 1928. La primera etapa se enmarca en la corriente del romanticismo, y a ella corresponden obras como Oda a Víctor Hugo, Gloria, Voces interiores, Ojos verdes y Redemptio, entreotras. En 1874 fueron incluidas algunas de sus piezas literarias en la antologíatitulada El Parnaso Mexicano. En 1876, cuando escribía el periódico El Pueblo, fue deportado a Nueva York, Estados Unidos por razones políticas. A su regreso, colaboró para diversas publicaciones y dirigió El Veracruzano, que era propiedad de su padre, El Diario, El Orden y El Imparcial. En 1878 representó al Distrito de Jalancingo en la legislatura de Veracruz. En 1884 va como diputado al Congreso de la Unión y actúa valiente y brillantemente con la minoría independiente. En 1892, en vísperas de las elecciones generales, mata en legítima defensa a Federico Wólter. Es absuelto después de más de cuatro años de reclusión. Se radica en Jalapa. En 1904 vuelve como diputado al Congreso de la Unión. En 1910 es desaforado y puesto en prisión por haber atentado contra la vida del diputado Juan C. Chapital. Al triunfar la revolución contra Porfirio Díaz es puesto en libertad. En 1912-13 es director del Colegio Preparatorio de Jalapa. Bajo el general Victoriano Huerta dirige el diario "El Imparcial" en la ciudad de México; poco antes de la caída de este gobierno es exiliado a Europa. En la segunda etapa de su producción, publicó en Estados Unidos (1895) y el París (1900) su libro Poesías. Un año después, en Xalapa, publica Lascas, obra considerada su principal libro, que contenía un total de 40 poesías inéditas. A este período corresponden piezas literarias como: El fantasma, Paquito, Nox, A Tirsa, A una araucaria, Claudia e Idilio, entre otras. Después de una corta estancia en Santander (España) se radica en La Habana (Cuba) en donde enseña francés, Historia Universal y Literatura. El presidente Carranza autorizó su regreso al país y la restitución de sus bienes. En 1921 rehusa una pensión que le ofreció el gobierno del presidente Obregón; y en 1927 declina el homenaje nacional que organizaba un grupo de scritores. El mismo año es nombrado director del Colegio Preparatorio de Veracruz. El 12 de junio de 1928 muere en el puerto de Veracruz. El 14 del mismo mes se trae su cadáver a México D.F. para darle sepultura en la Rotonda de los Hombres Ilustres, por acuerdo del presidente de la República. De la última etapa del trabajo poético de Salvador Díaz Mirón, sólo se conocen 24 piezas, aunque la realidad es que su producción fue mucho mayor y él mismo pensaba reunirla en varios libros que nunca publicó. Los peregrinos, Al buen cura, A un profeta, La mujer de nieve, A un pescador y El ingenioso Hidalgo, son sólo algunas de las poesías que se conocen de este período.