quinta-feira, 31 de março de 2022

Las Poetisas del Amor - Carolina Coronado (España)

Carolina Coronado (25)




Finalmente em tua calma,
solidão amiga, tão suspirada,
o fogo aceso
de um peito apaixonado
brilha mais doce e mais sossegado.

Y ¿por qué de mi vista has de esconderte;
por qué no has de venir si yo te llamo?
¡Porque quiero mirarte, quiero verte
y tengo que decirte que te amo!

Como vou te chamar para que você entenda
Estou me dirigindo a você, meu doce amor!
quando as oferendas chegam ao mundo
que da solidão oculta te envio?...





A La Soledad

Al fin hallo en tu calma
si no el que ya perdí contento mío,
si no entero del alma
el noble señorío,
blando reposo a mi penar tardío.

Al fin en tu sosiego,
amiga soledad, tan suspirado,
el encendido fuego
de un pecho enamorado
resplandece más dulce y más templado.

Y al fin si con mi llanto
quiero aplacar ¡ay triste! los enojos
del íntimo quebranto,
no me dará sonrojos
el continuo mirar de tantos ojos.

Danme, sí, tierno alivio
la soledad del campo y su belleza,
y va el dolor más tibio
su ardiente fortaleza
convirtiendo en pacífica tristeza.

Plácenme los colores
que al bosque dan las luces matutinas:
alégranme las flores,
las risueñas colinas
y las fuentes que bullen cristalinas.

Y pláceme del monte
la grave majestad que en las llanadas
como pardo horizonte
de nubes agolpadas,
deja ver sus encinas agrupadas.

Allí con triste ruido
de las sonoras tórtolas, en tanto
que posan en el nido
bajo calado manto,
de una a otra encina se responde el canto.—

—Tal vez mis pasos guío
por los sombrosos valles, escuchando
al caminante río,
que con acento blando
se va por los juncares lamentando.

Ya entonces descendiendo
de su altura va el sol, cansada y fría
claridad esparciendo,
y a poco entre armonía
cierra sus ojos el señor del día.

Y los míos acaso
alguna vez, del sueño sorprendidos,
dejaron que en su ocaso
pararan confundidos
afanes del espíritu y sentidos.

Si sola y retirada,
aún me entristece más noche sombría,
la luna con rosada
faz, por oculta vía
sale a hacerme amorosa compañía.

Y al fin hallo en tu calma,
¡Oh soledad! si no el contento mío,
si no entero del alma
el dulce señorío,
blando reposo a mi penar tardío.





Melancolía

Emilio, ¡cómo apuras
loco de risa el tiempo en la alegría!
no hay tregua a tus venturas,
como en la pena mía
no hay tregua a la infeliz melancolía.

Anima tu contento
la primavera, y mi tristeza acrece:
paréceme que el viento
que aspiro se enrarece,
y la lumbre del cielo se oscurece.

Los campos tan hermosos
a tus brillantes ojos, a los míos
turbios, son enfadosos
anchos espacios fríos,
de objetos, de color, de luz vacíos.

Bastan del arroyuelo
a tu juego infantil las blancas chinas:
la fortuna tu anhelo
cumple, si en las vecinas
mieses con la escondida alondra atinas.

¡Cuánto es el alborozo
que tu impaciente corazón regala!
el temblor de su gozo
la agitación iguala
de la avecilla sacudiendo el ala...—

De niña, el riachuelo
y las aves también me divertían,
y cuantas por el suelo
lindas flores se abrían,
a mi regazo fáciles venían.

Mas ya ¿dónde el hechizo
de esas llanuras para mí se encierra?
si de verde o pajizo
se engalana la tierra,
si brota el árbol, si la flor se cierra.

Un alma alborozada
tantos encantos y mudanzas vea:
la mía desolada
de cuanto la rodea,
sólo con el silencio se recrea.





A Las Nubes

¡Cuán bellas sois las que sin fin vagando
en la espaciosa altura,
inmensas nubes, pabellón formando
al aire suspendido,
inundáis de tristura
y de placer a un tiempo mi sentido!

¡Cuán bellas sois, bajo el azul brillante
las zonas recorriendo,
ya desmayando leves un instante
entre la luz perdidas,
ya el sol oscureciendo
y con su llama ardiente enrojecidas!

Y ya brilláis como la blanca espuma
en las olas del viento,
y ya fugaces como leve pluma,
y de sombras ceñidas,
cruzáis el firmamento
las pardas frentes de vapor henchidas.

¡Cuán dulce brilla en su mortal desmayo
rompido en vuestro seno
del sol ardiente el amarillo rayo!
¡Y cuán dulce y templado
el resplandor sereno
del astro de la noche sosegado!

Y ¡cuánto, oh nubes, vuestro errante giro
place a mi fantasía!
triste y callada y solitaria os miro
flotar allá en el viento,
y por celeste vía
melancólico vaga el pensamiento.

Y yo os adoro si con tibio anhelo
adormís las centellas
el vivo sol en el tendido cielo;
si en delicioso manto
veláis de las estrellas
y la pálida luna el triste encanto.

¡Oh!, ¡yo os adoro, del espacio inmenso
deidades vagarosas!
no cuando hirvientes desde el seno denso
en ronco torbellino
arrojáis espantosas
vívidas llamas del furor divino.

¡Ay! ¡que medrosa entonces se ahuyentara
la inspiración sublime!
ni medrosa la cítara ensalzara
del cielo la belleza,
cuando mi sien oprime
nubloso manto de mortal tristeza.

Muda contemplo de pavor cercada
la turba misteriosa
que en pos del huracán revuela osada,
así errante la vida
se arrastra lastimosa
a la senda fatal do el mal se anida.—

Allá en la inmensidad os mueven guerra
furiosos aquilones:
así de desventuras en la tierra
nos cerca turba insana;
así de las pasiones
es juguete infeliz la vida humana.

Ella varía también la faz ostenta,
y brilla y se oscurece,
y cual vosotras rápida se ahuyenta;
y es nube que exhalada
el aire desvanece
en la corriente de la triste nada.

Mas ¡ay! vosotras revagad en tanto
que la cítara mía
os pueda consagrar su débil canto.
Del sol al rayo bello
tended el ala umbría,
y apacible volvedme su destello.

Y dadme inspiración; yo mis cantares
daré a vuestra hermosura.
las que sorbéis el agua de los mares,
¡vagad tranquilamente
con nevada blancura
en la encendida cumbre del Oriente!—





Una Despedida

Escuchad mis querellas,
recinto y flores del placer abrigo,
imágenes tan bellas
como ese cielo que os protege amigo.

Asilo de inocencia,
consuelo del dolor, bosque sombrío,
ir quiero a tu presencia,
y tu césped regar con llanto mío.

Y el agua de tu fuente
beber acaso por la vez postrera,
y respirar tu ambiente,
besar tus flores, la gentil palmera.

Que tu dintel guarnece
de lejos saludar entre congojas,
y a la que en torno crece
modesta acacia de menudas hojas.

Y a los álamos graves
el postrimer adiós dar afligida,
y cantar con las aves
tristísima canción de despedida.

Y en tu graciosa alfombra
reposar halagada de ilusiones
bajo la fresca sombra
de tus frondosos sauces y llorones...

Sus hojas se estremecen
y errantes sombras a mi planta evocan,
que en el viento se mecen,
y mis cabellos con blandura tocan.

Desde aquí la pintura
es más bello admirar de ese tu cielo,
los visos y frescura
de las nubes cercanas a tu suelo;

Y al través de las ramas
mirar el sol que su lumbrera humilla,
y cual de rojas llamas
el Occidente retocado brilla.

¿Ni qué música iguala
al sordo vago suspirar del viento
con que armonioso exhala
un bello día su postrer aliento?

¡Ah! ¡si mi vida entera,
mi cara soledad, recinto amado,
consagrarte pudiera
el mundo huyendo y su falaz cuidado!

Mas ¡ay! que la alegría
de contemplaros con la luz perece
del presuroso día
que a mis ansiosos ojos desparece.

Esas aves cantoras
que de gozar la tarde fatigadas,
en tropas voladoras
retornan gorjeando a sus moradas;

Cuando una sola estrella
con apagada luz brille en el cielo;
cuando la aurora bella
ciña el espacio con purpúreo velo,

Y el nuevo y claro día
con sus tintas anime la pradera;
ellas con alegría
volverán a girar por tu ribera.

En turba bulliciosa
los bosques poblarán... y yo entretanto
lejana y silenciosa
las horas contaré de mi quebranto.

¡Ay! ¡ellas tu hermosura
gozarán y tu paz y sus amores!
yo gusté harta ventura
bebí en tus fuentes y besé tus flores.





El amor de mis amores 
- Adaptación musical del poema de Carolina Coronado





"El amor de mis amores"
Letra: Carolina Coronado (1820-1911)
Música: Juan Ramos 
Voz: Carol Sospedra


¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti ¡dulce amor mío!
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?...

A ti, sin nombre para mí en la tierra
¿cómo te llamaré con aquel nombre,
tan claro, que no pueda ningún hombre
confundirlo, al cruzar por esta sierra?

¿Cómo sabrás que enamorada vivo
siempre de ti, que me lamento sola
del Gévora que pasa fugitivo
mirando relucir ola tras ola?

Aquí estoy aguardando en una peña
a que venga el que adora el alma mía;
¿por qué no ha de venir, si es tan risueña
la gruta que formé por si venía?

¿Qué tristeza ha de haber donde hay zarzales
todos en flor, y acacias olorosas,
y cayendo en el agua blancas rosas,
y entre la espuma lirios virginales?

Y ¿por qué de mi vista has de esconderte;
por qué no has de venir si yo te llamo?
¡Porque quiero mirarte, quiero verte
y tengo que decirte que te amo!

¿Quién nos ha de mirar por estas vegas
como vengas al pie de las encinas,
si no hay más que palomas campesinas
que están también con sus amores ciegas?

Pero si quieres esperar la luna,
escondida estaré entre la zarza-rosa,
y si vienes con planta cautelosa
no nos podrá sentir paloma alguna.

Y no temas si alguna se despierta,
que si te logro ver, de gozo muero,
y aunque después le cante al mundo entero,
¿qué han de decir los vivos de una muerta?



______________


A Espanha é um país que deu ao mundo poetas femininas fascinantes; é o caso de Carolina Coronado, nascida em Badajoz a 12 de Dezembro de 1820 e falecida em Lisboa a 15 de Janeiro de 1911.
Ela é considerada a Bécquer feminina desta terra e comparada a outras poetisas românticas de seu tempo, como Rosalía de Castro.
Compôs seus primeiros poemas aos 10 anos e desde então não parou de escrever ao longo de sua vida, mesmo tendo que roubar horas de seu sono para se dedicar a esse trabalho apaixonante. Ela sofria de catalepsia crônica (imobilidade súbita do corpo), problema que a obcecava com a ideia de ser enterrada viva; em muitos de seus poemas ele alude a esse medo.
Além disso, Carolina estava muito convencida de suas ideias revolucionárias; tanto que em sua casa em Madri se reuniam diariamente reuniões de homens perseguidos por seu pensamento político. Infelizmente, essa atitude fez com que muitas de suas obras fossem censuradas pelos tribunais.
Sua poesia não foi totalmente publicada, devido aos problemas mencionados acima, e só no final de sua vida conseguiu sintetizá-las em vários livros. Em sua prosa, foi autora de várias peças e quinze romances, entre os quais se destacaram "Luz", "La Rueda de la Misagra" e "Paquita".


segunda-feira, 28 de março de 2022

Mini-conto, miniconto, mini conto... nem te conto

 EMEF Antônio Giúdice





Bom dia, Bolero - Somos iguais

Altemar Dutra e Fafá de Belém 

- Somos iguais




Eu sou o mesmo que você deixou
Eu vivo aqui onde você viveu
Existe em mim o mesmo amor
Aquele amor que nunca mais foi meu









Acabei de saber
Que você riu de mim
E depois perguntou
Se eu vivi, se eu morri
Já que tudo acabou

Eu sei lá se você
Quis de fato saber
Pelo sim, pelo não
Abro o meu coração
É melhor lhe dizer

Eu sou o mesmo que você deixou
Eu vivo aqui onde você viveu
Existe em mim o mesmo amor
Aquele amor que nunca mais foi meu

Por que viver a me humilhar assim?
Por que matar esta ilusão em mim?
Você e eu somos iguais
Não mudamos jamais.


Composição: Jair Amorim / Evaldo Gouveia



Provided to YouTube by RCA Records Label
Somos Iguais · Altemar Dutra E Fafa De Belem ·
Fafá De Belém Altemar Dutra E Convidados - Eu Nunca Mais Vou Te Esquecer
℗ 1992 BMG BRASIL LTDA.
Released on: 1993-02-25
Composer, Lyricist: Evaldo Gouveia
Composer, Lyricist: Jair Amorim
Auto-generated by YouTube.


sábado, 26 de março de 2022

histórias davóinha: Josino (I14j - uma fugição sem fim)

Josino: I - a aparição da vida



uma fugição sem fim
Ensaio 14jA – 2ª edição 1ª reimpressão


baitasar



A doidice e o desatino ditê ocê me abrasa toda, só as mão dumeu pretu amansa tamanha cobiça, milagres encostô toda no josino – dusdedo duspé inté a diantêra da cabeça, as coxa, os pelo, o ressalto crescendo na barriga, os bico arrebitado, a boca carnuda, o nariz achatado, usóio cicatrizando –, continuô segredando, isso diocê nimim é feitiço, só pode sê. Num tem otro jeito diquerê tanto ocê, Num sei sié feitiço, minha preta, só sei quiu apego com encanto num pode sê correntado, vive solto, num tem patrão,,. num tem como correntá curação. Num tem lei qui manda e desmanda pru curação, ela gemeu seu suspiro mais doce, Eu tenho crença nas virtude dotro fazê o amô voltá sê um pedaço da natureza impaciente e inconformado, Maisuqui fazê cuadô correntada em ocê mesmo, Pois eu digo quié um feitiço bão fugí mato pra dentro. Maisagora tenho otra prugunta pra ocê. Posso fazê, milagres subiu usóio inté vê usóio do josino, E ocê vai dêxa ela agarrada no gargalo, riu e pensô qui tava perto e longe da felicidade, Ocê sabe qui num vô guardá, Então, é só pruguntá, E ocê, já apaziguô o cansaço, Huuummm... dêxa eu pensá... essas brincadêra debochada precisa tê descanso, Ocê num cansa, E lá eu quero descanso, meu pretu, Tem veiz quié bão acalmá, respirá e assentá a esfregação, Eu preciso ocê me mexendo, me sacudindo pra espantá a dô, Fazendo assim a dô só desencosta e cochilá, Num importa se a dô volta – e sempre volta –, ocê assusta ela cuasua curagi, mexida e sacudida, Num é curagi, é amô, E fique ocê sabedô: tê amô correntado, é tê munta curagi!

Ocê tá chorando, ela pruguntô, as água quente do josino caia solta dusóio dusdois, salgava as ferida, apaziguava as sudade, meu pretu, um sopro num é só um sopro qui caba logo qui começô, as palavra saia da milagres dolorida, forçada pru frio da solidão e das perseguição, deitô as costa na pedra, Sopro qui se solta tá só querendo vivê as liberdade pelos mato, nas janela aberta dusentroncamento cruzado, ela sabe do risco disê fujona e cabá na pedra dura dos açoite ou na árvore dusenforcado, tem silêncio pra tudo do tempo qui num vai vivê, Josino, escuta eu, mais dia menos dia... mivô... quéi, tumbém?

Vai sê fugição sem fim.

Eu sei...

Uma vida desacomodada pelo tempo qui durá vivê.

Eu sei, desvirô da pedra e colocô a cabeça descansando no peito do josino, mas me diga: pra quem serve essa vida acomodada? Pra quem serve tê o peito marcado pelo suô da escravidão? Josino, óia praeu, alevantô usóio enquanto cariciava as coxa duseu amô, chicote num cansa, estala faminto. Num guento mais as gritaria da vida qui tropeça, cai, levanta e tropeça, geme e chora. Quero rí! Cantá! Quero sê tua, quero ocê meu... quando eu quisé dá e tê.

milagres continuava nua, a pedra continuava moiada

Num quero mais tê tudo examinado e medido, as mão e pé, usóio, boca, língua, denti. Chega! Num quero mais sê o bichinho na jaula. Vô lhe dizê da minha vontade: quero lhe colocá na boca a minha boca, ocê qué?

a moça preta qui num fica espantada, qui ninguém chora nem dá merecimento, faz aliviá a dô do chicote quando ri cua soltura da sua vontade, queria a brincadêra do amô, Quero a barriga crescendo da fome um dotro qui dura mais quia vontade, usdois parecia querê esfolá a pedra do banho cuô vai e vem das carne, as marca do josino e da milagres num ia mais saí da pedra, usispritu das mata fez o josino tá ali, tava feito, tava juntado espritu e corpo

eles sabia da fome da pedra

tumbém sabia quia vida minguada, infame de lanho e cicatriz, num ia desraizáa sem lutá, sem fecundá a terra com as água da vida, Tô cansada desse tanto de sentí falta. Exausta disê sempre assim: acordá sem tu, a rede vazia desse balanceio.

Não quero quêsse feitiço acabe.

Eu vô salvá ocê dudia qui chega. Tá escutando as cantoria do galo?

o nó apertô e folgô, e otra veiz, mais otra, e otra, inté qui desmanchô exausto




_______________


é bão lê tumbém se quisé...

histórias davóinha: Josino (I01j - o beijo da terra)
histórias davóinha: Josino (I02j - a belezura na escuridão estrelada)
histórias davóinha: Josino (I03j - fada ruim)
histórias davóinha: Josino (I04j - quando vai mudá?)
histórias davóinha: Josino (I05j - o fogo nas gota do choro)
histórias davóinha: Josino (I06j - vai chegá das muié preta)
histórias davóinha: Josino (I07j - assopra a lua)
histórias davóinha: Josino (I08j - assopre as estrela, tumbém)
histórias davóinha: Josino (I09j - juro qui lhe mordo)
histórias davóinha: Josino (I10j - mel de Oxum)
histórias davóinha: Josino (I11j - o balanço da rede)
histórias davóinha: Josino (I12j - a lua se rindo)
histórias davóinha: Josino (I13j - Oxum chora)
histórias davóinha: Josino (I14j - uma fugição sem fim)

histórias davóinha: Josino (II1jB - um mundo encardido)

Jazz & Blues & Rock

Relaxing Jazz Blues Music 
| Best Blues Rock Songs Of All Time 
  | Slow Jazz Blues Music


Uma coleção (5 horas!) de baladas elétricas lentas de #Blues e #BluesRock para um dia/noite relaxante enquanto vive uma outra vida de qualidade, sem guerras boas ou más, sem racismo, sem homofóbicos. sem feminicídios, euamo tuamas, elenão... Aproveite-se! 





[00:00:00] - Daniel Castro - I'll Play The Blues For You 
[00:07:42] - Albert Cummings - Lonely Bed 
[00:15:04] - Mike Griffin - The Blues Ain't Never Gonna Die 
[00:26:43] - Guy Davis - Loneliest Road That I Know 
[00:34:08] - Chris Bell - Elevator To Heaven 
[00:43:17] - Henrik Freischlader - Lonely World 
[00:51:43] - Buster Benton - Money Is The Name of The Game 
[00:57:50] - Rory Gallagher - What In The World 
[01:07:13] - Soulmate - Set Me Free 
[01:12:05] - Mighty Mo Rodgers - Picasso Blue 
[01:18:50] - Blues Delight - If I Had Money 
[01:25:42] - JT Coldfire - She's Crazy 
[01:31:05] - Pete Gage - Blues Has Got Me 
[01:36:39] - Sons Of Blues - As The Years Go Passing By 
[01:44:22] - Oli Brown - I Love You More You'll Ever Know 
[01:51:36] - Matt Schofield - Lay It Down 
[02:01:25] - Melvin Taylor - Dirty Pool 
[02:08:27] - The Stumble - All Over Again 
[02:19:35] - Mike Griffin - The Blues Ain't Never Gonna Die 
[02:31:14] - Christian Willisohn - Blues In My Bottle 
[02:36:48] - Delta Cross Band - She Moves Me 
[02:43:00] - Eilen Jewell - I Remember You 
[02:47:56] - The Buddaheads - Mountain Of Blues 
[02:55:10] - Skyla Burrell - Don't Let Me Go 
[03:00:35] - Blue Stew - Bringing Home The Blues 
[03:06:42] - Smokin' Gun - Nothin Good To Say 
[03:14:23] - Diane Blue - I Can't Shake You 
[03:21:04] - The Black Circles - Bad Luck 
[03:30:42] - Main Street Blues - Tin Pan Alley 
[03:37:31] - Brant Parker - High Class Woman 
[03:42:32] - Taj Mahal - Catfish Blues 
[03:48:57] - Richard Bargel - Little Red Rooster 
[03:57:50] - Epi K. Paradox - Love Is A Losing Game 
[04:07:55] - Beth Hart - Jazz Man 
[04:11:58] - Tino Gonzales - Catch Me When I Fall 
[04:22:30] - Tin Pan - Evening 
[04:28:41] - Chris Hicks - Blues Got Me Down 
[04:35:20] - D'Mar & Gill - Souvenir Of The Blues 
[04:40:29] - John Mast - Don't Speak Darlin' 
[04:45:43] - Eddie Martin - Autumn Blues 
[04:54:29] - Blues 'n' Trouble - Blue Because Of You 
[05:02:42] - Melvin Taylor - Chill Out - The Healer 
[05:09:25] - Susan Hofer - Cajun Moon 
[05:15:14] - Girls From Mars - Blue Drag 
[05:18:59] - John Littlejohn - Sweet Little Angel 
[05:26:34] - Jessy Martens - That's Why I'm Crying 
[05:34:22] - Lara Price - Crazy


sexta-feira, 25 de março de 2022

Los Poetas del Amor... Vicente Gil (Portugal y España)

 Los Poetas del Amor (83)



Dizem que me casei:
Eu não quero um marido, não.

Mas eu quero viver segura
nesta serra à minha vontade,
não estar em risco
se vou casar bem ou não.





CANTIGAS

1

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

Mas quiero vivir segura
nesta sierra a mi soltura,
que no estar en ventura
si casaré bien o no.

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

Madre, no seré casada
por no ver vida cansada,
o quizá mal empleada
la gracia que Dios me dio.

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

No será ni es nacido
tal para ser mi marido;
y pues que tengo sabido
que la flor yo me la só.

Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.


2

¿Cuál es la niña
que coge las flores
si no tiene amores?

Cogía la niña
la rosa florida.

El hortelanico
prendas le pedía,
si no tiene amores.


3

¡Sañosa está la niña!

¡Ay Dios! ¿quién le hablaría?

En la sierra anda la niña
su ganado a repastar,
hermosa como las flores,
sañosa como la mar.

Sañosa como la mar
está la niña.

¡Ay Dios! ¿quién le hablaría?


4

Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.

Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.

Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.

La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.

Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.


5

Consuelo, vete con Dios.

Pues ves la vida que sigo,
¡no pierdas tiempo comigo!

Consuelo mal empleado,
no consueles mi tristura:
¡vete a quien tiene ventura,
y deja el desventurado!

No quiero ser consolado,
antes me pesa contigo,
¡no pierdas tiempo comigo! 

Bien quiere el viejo,
ay madre mía,
bien quiere el viejo
a la niña.


6

Mal ferida iva la garça
enamorada;
sola va y gritos daba.

A las orillas de un río
la garça tenía el nido,
ballestero la ha herido
en el alma;
sola va y gritos daba.


7

El que quisiere apurarse,
véngase muy sin temor
a la fragua del Amor.

Todo oro que se afina
es de más fina valía,
porque tiene mejoría
de cuando estaba en la mina.

Ansí se apura y refina
el hombre y cobra valor
en la fragua del Amor. 

El fuego vivo y ardiente
mejor apura el metal,
y cuanto más, mejor sal,
más claro y más excelente.

Ansí el vivir presente 
se para mucho mejor
en la fragua del Amor.

Cuanto persona más alta
se debe querer más fina,
porque es de más fina mina 
donde no se espera falta.

Mas tal oro no se esmalta
ni cobra rica color
sin la fragua del Amor.


8

Águila que dio tal vuelo,
también volará al cielo.

Águila del bel volar
voló la tierra y la mar;
pues tan alto fue a posar
de un vuelo,
también volará al cielo.

Águila una, señora,
muy graciosa, voladera,
si más alto bien hobiera 
en el suelo,
todo llevara de vuelo.

Voló el águila real
al trono imperial,
porque le era natural 
sólo de un vuelo
sobirse al más alto cielo.


9

Del rosal vengo, mi madre,
vengo del rosale.

A riberas daquel vado
viera estar rosal granado.

Vengo del rosale.

A riberas daquel río
viera estar rosal florido,
vengo del rosale.

Viera estar rosal florido,
cogí rosas con sospiro:
vengo del rosale.

¡Del rosal vengo, mi madre,
vengo del rosale!


10

Por Mayo era, por Mayo,
ocho días por andar,
el Ifante don Felipe
nació en Évora ciudad.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

El Ifante don Felipe
nació en Évora ciudad;
no nació en noche escura
ni tampoco por lunar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las ondas del Mar!

No nació en noche escura
ni tampoco per lunar,
nació cuando el sol decrina
sus rayos sobre la mar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

Nació cuando el sol decrina
sus rayos sobre la mar,
en un día de domingo,
domingo pera notar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las ondas del mar!

En un día de domingo,
domingo pera notar,
cuando las aves cantaban
cada una su cantar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como la tierra y la mar!

Cuando las aves cantaban
cada una su cantar,
cuando los árboles verdes
sus frutos quieren pintar.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!

Cuando los árboles verdes
sus frutos quieren pintar,
alumbró Dios a la Reina
con su fruto natural.

¡Huhá!, ¡huhá!

¡Viva el Ifante, el Rey y la Reina,
como las aguas del mar!


11

Allevánteste, panadera,
si te has de llevantar,
que un frayle dexo muerto,
no traygo vino ni pan.

Apiahá, apiahá, apiahá.


12

¡Mal aya quien los embuelve,
los mis amores!,
¡mal aya quien los embuelve!

Los mis amores primeros
en Sevilla quedan presos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!

En Sevilla quedan presos
por cordón de mis cabellos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!

Los mis amores tempranos
en Sevilla quedan ambos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve! 

En Sevilla quedan ambos,
sobre ellos armavan bandos.

Los mis amores,
¡mal aya quien los embuelve!


13

En la huerta nasce la rosa:
quiérome ir allá
por mirar al ruiseñor cómo cantavá.

Por las riberas del río
limones coge la virgo.

Quiérome ir allá,
para ver al ruiseñor
cómo cantavá.

Limones cogía la virgo
para dar al su amigo.

Quiérome ir allá,
para ver al ruiseñor
cómo cantavá.

Para dar al su amigo
en un sombrero de sirgo.

Quiérome ir allá,
por mirar al ruiseñor
cómo cantavá.


14

En la cozina estava el aznu
baylando,
y dixéronme, don azno,
que voz traen cazamiento
y oz davan en axuar
una manta y un paramiento
hilando.





ROMANCES


1

Niña era la Ifanta,
doña Beatriz se decía,
nieta del buen rey Hernando,
el mejor rey de Castilla,
hija del rey don Manuel
y reina doña María,
reyes de tanta bondad
que tales dos no había.

Niña la casó su padre,
muy hermosa a maravilla,
con el duque de Saboya
que bien le pertenecía,
señor de muchos señores,
más que rey es su valía.
Ya se parte la Ifanta,
la Ifanta se partía
de la muy leal ciudad
que Lixbona se decía;
la riqueza que llevaba
vale toda Alejandría,
sus naves muy alterosas,
sin cuento la artellaría.

Va por el mar de Levante
tal que temblaba Turquía.
Con ella va el Arzobispo,
señor de la cleresía,
van condes y caballeros
de muy notable osadía,
lleva damas muy hermosas
hijasdalgo y de valía.

¡Dios los lleve a salvamiento
como su madre querría!


2

En el mes era de Abril,
de Mayo antes un día,
cuando lirios y rosas
muestran más su alegría,
en la noche más serena
que el cielo hacer podía,
cuando la hermosa infanta

Flérida ya se partía,
en la huerta de su padre
a los árboles decía:

Quedaos adiós, mis flores,
mi gloria que ser solía,
voyme a tierras estranjeras,
pues ventura allá me guía.

Si mi padre me buscare,
que grande bien me quería,
digan que amor me lleva,
que no fue la culpa mía;
tal tema tomó comigo
que me venció su profía.

¡Triste, no sé a dó vo,
ni nadie me lo decía!

Allí habla don Duardos:
No lloréis, mi alegría,
que en los reinos de Inglaterra
más claras agoas había
y más hermosos jardines,
y vuesos, señora mía.

Ternéis trecientas doncellas
de alta genelosía,
de plata son los palacios
para vuesa señoría,
de esmeraldas y jacintos,
de oro fino de Turquía,
con letreros esmaltados
que cuentan la vida mía;
cuentan los vivos dolores
que me distes aquel día
cuando con Primaleón
fuertemente combatía:
señora, vos me matastes,
que yo a él no lo temía.

Sus lágrimas consolaba
Flérida que esto oía.

Fuéronse a las galeras
que don Duardos tenía;
cincoenta eran por cuenta,
todas van en compañía.

Al son de sus dulces remos
la princesa se adormía
en brazos de don Duardos,
que bien le pertenecía.

Sepan cuantos son nacidos
aquesta sentencia mía:
que contra la muerte y amor
nadie no tiene valía.


3

Voces daban prisioneros,
luengo tiempo están llorando,
en triste cárcel escuro
padeciendo y sospirando,
con palabras dolorosas
sus prisiones quebrantando:

?¿Qué es de ti, Virgen y Madre,
que a ti estamos esperando?
Despierta el Señor del mundo,
no estemos más penando.

Oyendo sus voces tristes,
la Virgen estaba orando
cuando vino la embajada
por el Ángel saludando,

?Ave, rosa, gratia plena,
su preñez le anunciando.

?Suelta los encarcelados,
que por ti están sospirando;
por la muerte de tu Hijo
a su Padre están rogando.

Creza el Niño glorioso,
que la Cruz está esperando.

Su muerte será cuchillo,
tu ánima traspasando.
Sufre su muerte, Señora,
nuestra vida deseando.


4

Dios del cielo, rey del mundo,
por siempre seas loado,
que mostraste tus grandezas
en todo cuanto has criado.

Heciste reinos distintos,
cada uno en su grado;
dísteles muy justos reyes,
cada rey en su reinado,
también diste a Portugal,
de moros siendo ocupado,
el rey don Alonso Enríquez,
que se le hubo ganado.

Este sancto caballero,
del tu poder ayudado,
venció cinco reyes moros
juntos en campo aplazado;
tus cinco llagas le diste
en pago de su cuidado,
que las dejase por armas
a su reino señalado.

¡Recuérdate, Portugal,
cuánto Dios te tiene honrado!;
diote las tierras del Sol
por comercio a tu mandado;
los jardines de la tierra
tienes bien señoreado;
los pumares de oriente
te dan su fructu preciado;
sus paraísos terrenales
cerraste con tu candado.

¡Loa al que te dio la llave
de lo mejor que ha criado!
Todas las islas innotas
a ti solo ha revelado.

De quince reyes que has tenido
ninguno te ha desmedrado,
mas de mejor en mejor
te tienen acrecentado;
todas tus reinas pasadas
sanctamente han acabado.

Si a Dios diste loores
por cuantos bienes te ha dado,
dale gracias nuevamente,
pues de nuevo te ha mirado.

Diote el rey don Juan
tercero deste ditado,
y de su reina preciosa,
porque seas más liado,
dos hijas primeramente,
todo por Dios ordenado;
como quien sabe lo bueno,
ansí te lo ha guisado.

Bien sabes, reino dichoso,
las infantas que te ha dado,
unas para emperatrices,
otras reinas que has criado,
los más reyes de la cristiandad
de su progenie han manado,
y otrosí emperadores
procede de su costado.

Tú príncipe natural
Dios te le tiene guardado,
y nacerá en tus manos
a su tiempo limitado.

¡Cantad esto, mis serenas,
y sea muy bien cantado!






O TEATRO DE GIL VICENTE: Autos e Farsas 
| Resumo de Literatura para o Enem





MINUTAGEM / ASSUNTOS 00:15 - Gil Vicente: dramaturgo humanista 00:45 - Quem foi Gil Vicente? 02:10 - A primeira peça teatral: Monólogo do Vaqueiro 02:58 - Características das peças de Gil Vicente 03:50 - Classificação dos personagens 04:58 - Linguagem das peças e estrutura 06:10 - O que são Autos e Farsas? 07:00 - Características gerais dos Autos 08:33 - A narrativa do: Auto da Barca do Inferno 11:16 - Farsas: a narrativa da Farsa de Inês Pereira 12:33 - Conclusão da aula e últimos recados




HUMANISMO






HUMANISMO 2






HUMANISMO - Teatro Vicentino






_________________________



VICENTE GIL (1470 – 1538?), nasceu em Portugal, talvez em Lisboa. Ele pode ser considerado um escritor binacional e bilíngue: português e espanhol, pois morou nos dois países e escreveu com igual fluência nos dois idiomas. Do ponto de vista do drama, foi excepcional. Sua obra total, tanto poética quanto dramática, seja em espanhol ou português, é abundante e rica nos mais diversos temas.

Na história do drama espanhol, e ao lado de Juan del Encina, ele é considerado um dos iniciadores. Ele foi um modelo de homem renascentista, pois se entregou aos vários ramos do conhecimento. Acredita-se que ele estudou e se formou em direito. Foi ourives, músico, ator, dramaturgo e poeta. Sua composição poética se intercala em todas as suas produções dramáticas.

Exerceu cargos bem pagos na corte portuguesa. Teve dois filhos: Luís, que também era poeta, e Paula, senhora das infantas da família real.

Parece que os críticos atribuem grande parte de sua poesia à tradição oral popular, sem conseguir distinguir o que é do povo e o que é seu. Mas todos concordam que, se ele pegasse elementos da cidade, poderia torná-los seus e elevá-los ao nível de um grande escritor.

Seu estilo é simples, conciso e às vezes comovente. Tem uma graça inimitável, devido à sua naturalidade.



Mini-conto, miniconto, mini conto... nem te conto

 EMEF Antônio Giúdice






quinta-feira, 24 de março de 2022

Dostoiévski - O Idiota: Primeira Parte (7b.) - Por agora adeus, príncipe...

O Idiota



Fiódor Dostoiévski


Tradução portuguesa por José Geraldo Vieira


Primeira Parte


7b.



- Por agora adeus, príncipe; também me vou - despedia-se Adelaída, apertando a mão de Míchkin, com toda a deferência, sorrindo gentilmente, antes de sair. Não olhou para Gánia, embora não modificasse o ar cordial. Mal as outras tinham saído, Gánia rosnou, virando-se com grosseria para o príncipe, com um olhar de fúria.

- Belo trabalho, hein? Tudo coisa sua! Por que esteve a tagarelar sobre meu casamento? O senhor não passa de um reles alcoviteiro!

- Dou-lhe a minha palavra que o senhor está enganado - explicou o príncipe, com toda a calma, polidamente. Eu nem sabia que o senhor ia se casar.

- O senhor bem que ouviu, ainda agora. Iván Fiódorovitch dizer que tudo ficaria arranjado esta noite, em casa de Nastássia Filíppovna. E veio para aqui repetir. Não minta. Por intermédio de quem poderiam elas vir a saber? Ora bolas! Quem podia ter dito senão o senhor? Já se esqueceu de que a Sra. Epantchiná insinuou isso.

- O senhor é quem deve saber. melhor do que eu, quem disse.. se, realmente, acha que insinuaram alguma coisa. Eu não disse uma palavra a respeito.

- E o bilhete? Entregou o bilhete? Que é da resposta? - interrompeu-o Gánía, com impaciência. Mas, bem nesse momento, Agláia voltou e o príncipe não teve tempo de responder.

- Aqui está o álbum, príncipe - disse ela, depondo-o aberto sobre a mesa. - Escolha uma página e escreva alguma coisa. Aqui está uma pena, e bem nova. Não se importa que ela seja de aço? Ouvi dizer que os calígrafos não empregam penas de aço.

Falava com o príncipe como se nem notasse a presença de Gánia. Mas, enquanto o príncipe arrumava a pena e escolhia a folha, preparando-se, Gánia se aproximou da lareira para onde se retirara Agláia, à direita de Míchkin e, com voz trêmula e torturada, balbuciou:

- Uma palavra! Apenas uma palavra e estarei salvo.

Prontamente se virando, o príncipe os encarou. O desespero estampado na cara de Gánia era verdadeiro; tinha o ar de ter dito aquilo sem pensar. Agláia olhou-o por alguns segundos, exatamente com aquele mesmo espanto calmo com que tinha examinado antes, na saleta, o príncipe. Para Gánía, nesse momento, essa surpresa admirada, que quase era perplexidade, foi mais terrível do que o mais desdenhoso desprezo.

- Que é que vou escrever? - perguntou Míchkin, vacilando.

- Vou lhe ditar - acalmou-o Agláia, voltando-se para ele. -Posso começar? Escreva: “Não sou mercadoria” (Sublime mercadoria!). Agora date. Dia e mês. Deixe ver.

O príncipe estendeu-lhe o álbum.

- Excelente! Como o senhor escreveu isso maravilhosamente! Que caligrafia esquisita! Obrigada. Adeus, príncipe. Ou antes, fique - acrescentou, porque um pensamento lhe veio inesperadamente. - Venha comigo. vou lhe dar uma coisa como lembrança.

O príncipe seguiu-a até à sala de jantar onde, parando, Agláia lhe estendeu o bilhete de Gánia, ordenando:

- Leia isso.

Olhando espantado para ela, o príncipe segurou o bilhete.

- Eu sei que o senhor não leu. Assim como sei que o senhor não é o confidente deste homem. Leia! Quero que leia. Era um bilhete evidentemente escrito às pressas: “Hoje, a minha sorte deve ser decidida, sabeis a que respeito. Tenho de dar, irrevogavelmente, hoje, a minha palavra. Sei que não tenho direito algum à vossa simpatia. Não ouso ter esperança alguma. Mas, certa vez, pronunciastes uma palavra. E essa palavra iluminou a negra noite da minha vida, tornando-se o meu fanal para sempre. Dizei essa palavra mais uma vez e me tereis salvo da ruína. Dizei apenas “Rompe com tudo” e eu romperei, hoje mesmo, com tudo. Oh! Não vos custa nada dizer isso! Dizei essa palavra ao menos como um sinal de vossa simpatia e compaixão por mim. Só isso. Nada mais, nada! Não ouso sonhar com esperança, porque não mereço. Mas, depois de uma palavra vossa, aceito outra vez a pobreza! Alegremente suportarei a minha situação desesperançada. E enfrentarei a luta. E me alegrarei com ela. E me reerguerei com renovada força. Mandai-me essa palavra de simpatia. Somente de simpatia. juro! Não lanceis ao desprezo um homem desesperado e submerso. e não considereis audácia o que apenas é esforço para me salvar da perdição. G. I.”

- Este homem me assegura - disse Agláia abruptamente, quando viu que Míchkin tinha acabado de ler – que as palavras “Rompe com tudo” não me comprometem e não me obrigam a nada! E me dá uma garantia escrita disso, conforme o senhor está vendo nesse bilhete. Repare como ele se apressou ingenuamente a sublinhar certas palavras, e de que modo grosseiro mostra, através delas, o seu pensamento e intenção. Todavia ele há de pelo menos calcular que se rompesse com tudo, por si só, sem nenhuma palavra minha, sem mesmo me falar fosse o que fosse, sem esperar nada de mim, eu teria dele uma impressão diferente e talvez, até, pudesse vir a lhe conceder uma certa amizade. Está farto de saber disso Mas a sua alma é imunda. Sabe, mas não se pode conduzir senão assim. Sabe, mas me pede uma garantia. Não sabe o que seja agir por confiança. Quer antes que lhe dê esperança da minha mão, para então renunciar aos cem mil! E quanto a qualquer palavra minha. no passado, de que fala no bilhete, dizendo que lhe iluminou a vida. trata-se de uma insolente mentira. Eu simplesmente tive pena dele, naquela ocasião, e foi isso apenas que lhe signifiquei. Mas é atrevido e despudorado. Não sei por que teve, então, a audácia de uma esperança a meu respeito. Não sei como lhe veio essa noção. Bem que imediatamente reparei. E não se cansa de tentar colher-me, mesmo agora. Mas, basta. Faça o favor de lhe devolver o bilhete logo que o senhor sair daqui de casa. Não antes. Compreende, não é?

- E que resposta lhe devo dar?

- Nenhuma. Evidentemente será essa a melhor resposta. Vai viver, então, na casa dele?

- Foi o próprio Iván Fiódorovitch quem me aconselhou isso, esta manhã.

- Então fique de guarda contra ele. Um aviso meu. Ele não lhe perdoará nunca lhe ter levado um bilhete devolvido. - Apertando-lhe ligeiramente a mão, Agláia saiu. Nem mesmo sorriu quando o príncipe se curvou. Tinha o rosto contraído e sério.

De volta à sala, o príncipe foi explicar a Gánia que ia só apanhar o seu embrulho e que já vinha, acrescentando: - Partiremos já.

Gánia batia com o pé, impaciente. Tinha o rosto sombreado de raiva. Até que por fim saíram para a rua, o príncipe com o seu embrulho debaixo do braço.

- A resposta? A resposta? - exclamou Gánia, fazendo-o parar, abalroando-o. - Que foi que ela mandou dizer? Entregou-lhe o bilhete?

Sem responder, o príncipe lhe devolveu a carta, o que pôs o outro petrificado.

- Como? A minha carta? Não entregou? Por quê? Ah! Eu logo vi. Que é que eu podia esperar do senhor? Ora bolas! Agora é que estou entendendo por que foi que ela não me compreendeu ainda agora. Mas, por que deixou de entregar? Oh, que inferno!...

- Perdão. Muito pelo contrário. Consegui entregá-la menos de um minuto depois que a recebi do senhor. E fiz tudo exatamente conforme o senhor me preveniu. Estou com ela, outra vez, porque Agláia devolveu-a agora mesmo.

- Quando? Mas... quando?
- Não viu quando eu acabei de escrever no álbum e ela me chamou lá dentro? Ao chegarmos à sala de jantar ela me devolveu a carta, me obrigou a lê-la e mandou que lhe entregasse de novo.

- Obrigou o senhor a ler? - gritou Gánia. - E o senhor leu?

Ele parou, pasmado, no meio da calçada. Estava tão admirado que ficou com a boca aberta.

- Sim, acabei lendo... Foi agora mesmo, lá...

- E ela, quando lhe entregou, disse que a lesse? Disse ela isso?

- Disse sim, e lhe asseguro que não li senão depois que ela insistiu. E antes de a entregar a ela, também não tinha lido.

Gánia ficou calado, um longo minuto, refletindo, com angustiado esforço. E só depois é que exclamou:

- Impossível! Ela não lhe poderia ter dito que lesse. O senhor está mentindo! O senhor leu por curiosidade!

- O senhor fique sabendo que eu não minto - respondeu o príncipe com voz imperturbável. - E sinto sinceramente, pode crer, sinto muito que isso lhe tenha sido tão desagradável.

- Mas, há criatura desenxabida! Diga, ela não falou nada. naquela hora? É lógico que tinha de dizer qualquer coisa. É lógico que deve ter dado qualquer resposta!

- Ah! Sim, é lógico.

- Então? Diga! Que inferno!... E Gánia bateu com o pé direito duas vezes, nas lajes.

- Quando eu acabei de ler, ela me disse que o senhor estava tentando armar-lhe um laço, pretendendo comprometê-la com a promessa de sua mão, não querendo perder, sem essa garantia, os cem mil rublos. Que se o senhor tivesse feito tudo isso, sem pedir compromisso algum e tivesse rompido com tudo, sem exigir prévia garantia, que ela até se sentiria na obrigação de lhe dedicar um pouco de amizade. E eu também acho. Ah!... E outra coisa ainda: quando lhe perguntei, já com a carta devolvida, qual era a resposta que eu devia trazer, ela retrucou que a ausência de resposta era a resposta que o senhor merecia. Penso que foi exatamente assim; em todo o caso me perdoará o senhor se esqueci as palavras exatas e por isso apenas estou repetindo conforme o que depreendi.

Subjugado por uma angústia incomensurável. Gánia desencadeou a sua fúria sem restrições.

- Ah! Então é assim, hein? rosnou ele. - Então ela joga pela janela afora os meus bilhetes! Com que então não quer fazer barganhas! Pois eu quero! E vamos ver! Ainda tenho umas coisas para outras cartadas! Veremos! Ela vai se arrepender. Vou fazê-la ficar fina, se vou!

Tinha as faces lívidas e rijas e espumava pela boca. Apertava os punhos. Andaram alguns passos. Comportava-se exatamente como se estivesse sozinho no quarto, sem mais ninguém, não guardando as aparências perante o príncipe, absolutamente não o considerando motivo para se conter ou para se exceder. Até que refletiu e se dominou.

- Ora, aí está uma coisa que não entendo... Como foi que o senhor (um idiota, ajuntou mentalmente) se tornou de repente depositário da confiança dela, com menos de duas horas de conhecimento?


A inveja, que era o que ainda estava faltando para lhe completar o sofrimento, desencadeou-se então, imediatamente lhe pungindo o peito.

- Realmente, não lhe sei explicar - respondeu Míchkin.

Gánia rebateu com cólera:

- Foi, portanto, para lhe dar uma prova de confiança que o chamou até à sala de jantar? Disse que era para lhe dar uma coisa!

- Entendo que foi para isso.

- Mas, raios me partam! Que foi que o senhor fez para a agradar? Como foi que o senhor fez para conquistar o coração delas todas? Escute - estava horrivelmente agitado e em terrível tumulto íntimo; todos os seus cálculos se haviam dissipado - escute: não poderá o senhor se lembrar do que esteve conversando com elas? As palavras, uma por uma, desde o começo? Fazer uma espécie de relato disso tudo? Não se recorda de ter notado qualquer coisa?

- Um relato? Posso, sim - prometeu o príncipe - Logo no começo, quando entrei, e nos ficamos conhecendo melhor, pusemo-nos a falar da Suíça.

- A Suíça que se dane!

- Depois, então, falamos da pena capital.

- Pena... capital?

- Sim, na conversa, qualquer coisa trouxe isso à baila, por qualquer analogia ou associação de ideias... Depois contei como passei três anos lá: narrei a história dessa pobre rapariga de aldeia...

- Para o diabo a tal rapariga. Adiante.

Gánia estava enfurecido e a sua impaciência não tinha limites

- Depois de como Schneider me deu a sua opinião sobre meu caráter e como me forçou a...

- Raios partam Schneider e a opinião dele que se dane! Que mais?

- E aí, não sei o que me levou a falar sobre fisionomias, melhor, sobre a expressão que cada rosto tem e... coisa vai, eu disse que Agláia decerto era tão bonita quanto Nastássia Filíppovna. Aí está como foi que vim a fazer menção do retrato...

- Mas, diante delas, o senhor não repetiu o que ouviu esta manhã no escritório? Não? Não mesmo?

- Repito-lhe que não.

- Como demônio então... Ai! Ai! Ai! Será que ela mostrou a carta à velha?

- Com toda a segurança lhe garanto que não. Estive lá todo tempo e ela, ou não teve ocasião, ou não quis.

- Veja bem! Não terá o senhor omitido alguma coisa?... Que raio de idiota! - sussurrou completamente alucinado. “Não sabe nem contar as coisas direito.”

Gánia, uma vez tendo começado a abusar de alguém sem encontrar resistência, perdia o senso da restrição, como se dá sempre no caso de certas pessoas. Pelo caminho que ia, não estava longe de se exaltar, até ficar cego de fúria. E foi isso que sucedeu, do contrário teria compreendido que esse “idiota”, que estava sendo tratado tão grosseiramente, era, no mais dás vezes, penetrante e atilado na compreensão das coisas, e que o relato que pôde dar de tudo fora extremamente satisfatório. E aconteceu o que ele não esperava, pois o príncipe lhe disse, de repente:

- Em boa hora lhe confesso, Gavríl Ardaliónovitch, que em tempos estive tão doente, que realmente fiquei quase um idiota. Mas já há muito tempo que me restabeleci, e portanto não admito que me chamem de idiota no rosto. Conquanto eu, em consideração à sua má sorte de hoje, lhe possa perdoar isso, pois compreendo o que seja confusão, lhe faço sentir que o senhor foi muito mal-educado para comigo, já por duas vezes. Não gosto disso, absolutamente, e de mais a mais, logo a seguir a uma apresentação e a um conhecimento tão recente! Assim, pois, como estamos justamente em uma esquina e em um cruzamento, não será melhor nos separarmos? O senhor toma a direita, para a sua residência, e eu vou por aqui, pela esquerda. Tenho comigo vinte e cinco rublos e acho que isso dá para uma hospedaria.

Gánia ficou mortalmente desconcertado e vermelho de vergonha diante de tão inesperada recusa.

- Perdoe-me, príncipe! - e substituiu o tom ofensivo por um outro de extrema polidez: - Peço-lhe, por misericórdia, que me desculpe! O senhor bem está vendo o meu atarantamento. O senhor só sabe muito por alto... mas se soubesse de tudo, estou certo que concordaria que eu mereço alguma desculpa. Muito embora, naturalmente, seja indesculpável que eu...

- Oh! Não é preciso o senhor se desculpar tanto! - apressou-se o príncipe em adverti-lo. - Eu entendo bem quanto tudo isso lhe é terrível! Sei que foi por isso que o senhor se tornou grosseiro. Bem, vamos então para a sua casa. E o faço com prazer.

A caminho, olhando ressentido para o príncipe, Gánia ia pensando ocultamente: “Não! Isso não fica assim, tu me pagas! O velhaco extraiu-me tudo que lhe convinha e agora tirou a máscara... Atrás disso tem coisa. Mas veremos. Tudo se decidirá! Tudo! E tem de ser hoje!”

Estavam agora parados, em frente da casa.



continua página 080...

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